Quienes hollamos las calles de Toledo hemos recibido de nuestros antepasados una herencia que no podemos sino admirar, aunque a veces nos abrume su grandeza. El abnegado esfuerzo de muchos dio frutos en forma de novelas, lienzos, piedras labradas, tradiciones orales…

Nuestro deber es continuar tan noble labor y no servirnos de ella sin aportar nada nuevo. También hay otra razón insoslayable: el amor, quiérese decir, el amor por Toledo. Todo aquello con lo que podamos contribuir para ensalzar el “dulce nombre de Toledo" no es más que una necesidad desinteresada, porque Toledo es, como la madre naturaleza, nuestra madre. Amamos Toledo y no esperamos nada a cambio.

Quienes han de venir contribuirán con sus desvelos al mismo propósito, así pues, que nadie pueda decir de nosotros que no velamos.


16/3/20

Lo he visto y no lo creo... Así empezaba una crónica de hace un siglo, pero cualquier tiempo pasado no fue mejor, lo será el futuro.
Este año prometía ser apasionante porque celebrábamos (¡no!, celebramos), el vigésimo quinto aniversario de editorial Ledoria. ¡Veinticinco años para levantar todo esto y han bastado unas horas para arruinarlo!
Pero, ¡no!, me rebelo, son las ocho de la mañana y empiezo a trabajar como cualquier otro día, porque la ola del tsunami nos zarandea ahora, es cierto, pero después, cuando se retire y veamos el paisaje desolado tendremos que ponernos a levantar lo derribado sin pausa, cada uno con lo que pueda contribuir, yo, como siempre, con la palabra.
Ahora que nos asedia la incertidumbre y el aburrimiento, escribid relatos breves y microrrelatos sobre cuanto acontece estos días. Podéis mandarlos a info@editorial-ledoria.com y trataremos de publicarlos luego en un libro para celebrar la vida juntos.
Queridos amigos, una vez leí en una obra de Séneca un aserto que me impresionó y que coloco, escrito de mi mano, sobre mesa cuando me siento abatido, dice: "Hasta la desesperanza se cansa un día".

Entre tanto, para los que no escribís de hábito, os dejo un poema precioso del siglo XV para empezar el día:

Ojos garzos ha la niña: 
¡quién se los enamoraría!

Son tan bellos y tan vivos 
que a todos tienen cautivos, 
mas los muestra tan esquivos 
que roban el alegría.

Roban el placer y la gloria, 
los sentidos, la memoria; 
de todos llevan victoria 
con su gentil galanía.

Con su gentil gentileza 
ponen fe con más firmeza; 
hacen vivir en tristeza 
al que alegre ser solía.

No hay ninguno que los vea 
que su cautivo no sea.
Todo el mundo los desea 
contemplar de noche y día.



Jesús Muñoz, director de editorial Ledoria.