Quienes hollamos las calles de Toledo hemos recibido de nuestros antepasados una herencia que no podemos sino admirar, aunque a veces nos abrume su grandeza. El abnegado esfuerzo de muchos dio frutos en forma de novelas, lienzos, piedras labradas, tradiciones orales…

Nuestro deber es continuar tan noble labor y no servirnos de ella sin aportar nada nuevo. También hay otra razón insoslayable: el amor, quiérese decir, el amor por Toledo. Todo aquello con lo que podamos contribuir para ensalzar el “dulce nombre de Toledo" no es más que una necesidad desinteresada, porque Toledo es, como la madre naturaleza, nuestra madre. Amamos Toledo y no esperamos nada a cambio.

Quienes han de venir contribuirán con sus desvelos al mismo propósito, así pues, que nadie pueda decir de nosotros que no velamos.


21/8/19

Editorial Ledoria se complace en anunciarle la publicación de la segunda edición del libro LO QUE TOLETUM TUVO Y TOLEDO PERDIÓ, de Federico Dilla Mañas y Consuelo Sánchez-Castro.



   ¿Por qué estudiamos precisamente Toledo y no otra ciudad? ¿Cuál fue el interés de los romanos en esta localidad?
   Estas preguntas podríamos contestarlas de manera resumida diciendo que en Toledo hallamos el paradigma, el ejemplo, de todo estudio histórico-artístico-arqueológico, ya que en ella podemos estudiar una ciudad situada en la Carpetania, en el centro de Hispania, la provincia que cerraba el Mediterráneo y donde Hércules había situado las puertas del mundo. 
   Pues bien, esta particular ciudad que se llamó Toletvm se desarrolló como tal en época romana y, desde entonces, siempre fue la capital para los pueblos que se fueron sucediendo. Una ciudad, en fin, que controló el mundo para convertirse en un Imperio, una ciudad que todos quisieron poseer y que llegó a albergar varias culturas al tiempo.
   ¿Cuáles son sus diferencias con respecto a Roma? Comprobamos que tan solo le separaron diez siglos de diferencia.