Quienes hollamos las calles de Toledo hemos recibido de nuestros antepasados una herencia que no podemos sino admirar, aunque a veces nos abrume su grandeza. El abnegado esfuerzo de muchos dio frutos en forma de novelas, lienzos, piedras labradas, tradiciones orales…

Nuestro deber es continuar tan noble labor y no servirnos de ella sin aportar nada nuevo. También hay otra razón insoslayable: el amor, quiérese decir, el amor por Toledo. Todo aquello con lo que podamos contribuir para ensalzar el “dulce nombre de Toledo" no es más que una necesidad desinteresada, porque Toledo es, como la madre naturaleza, nuestra madre. Amamos Toledo y no esperamos nada a cambio.

Quienes han de venir contribuirán con sus desvelos al mismo propósito, así pues, que nadie pueda decir de nosotros que no velamos.


23/9/19

El pasado sábado, cuando todos nos disponíamos a pasar del verano al otoño, el historiador, académico, poeta y amigo Juan Sánchez dispuso pasar al cielo en el que creía.
Trabajamos juntos en dos libros y estábamos dando las últimas pinceladas a otro. No sé qué pasará ahora, quizás lo publique yo solo.
Lo que somos se apaga pronto cuando los nuestros dejan de recordarnos, sin embargo, quienes nos dedicamos al arte y a las letras dejamos un leve rumor que perdura un poco más, esto es verdaderamente la fama. Desde luego todos somos prescindibles, pero quienes, además, se ocupan de hacer la vida mejor a todos (éste también era el caso), todavía merecen más.
Hemos hablado por extenso y por eso yo soy mejor de lo que era  antes. Por él aprendí que dar lo mejor que uno posee a los toledanos es hacer un Toledo mejor, porque Toledo (¡ay, Toledo, se nos cae tu dulce nombre de la boca a cada instante!), es nuestra pasión.
Hasta siempre. Compañero del alma, compañero.

Jesús Muñoz.